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Bolsonaro, Neymar y una pelota que volvió al pueblo

Una pelota de fútbol. Ese es el comienzo de esta historia, que nació este martes cuando se conoció una sentencia de la Corte Suprema de Brasil: la institución hizo pública ese día su condena a 17 años de prisión a un hombre que robó del Congreso Nacional de ese país una pelota autografiada por el astro brasileño Neymar durante los actos golpistas que miles de ultraderechistas y seguidores del expresidente Jair Bolsonaro perpetraron a las sedes de los tres poderes el 8 de enero de 2023.

Aquella pelota fue uno de los tantos patrimonios del pueblo brasileño que se vieron ultrajados durante el ataque a las instituciones de ese día. Pero empecemos por el principio. El balón había sido un regalo que el Santos le hizo en abril de 2012 a la Cámara de Diputados luego de que hiciera un homenaje para celebrar el centenario del club paulista. A aquella sesión especial acudieron algunos jugadores de su plantel, entre ellos Neymar, quien todavía no había dejado el club albinegro para emigrar a Europa y había sido el goleador del equipo en la obtención de la Copa Libertadores del año anterior. La estrella del fútbol firmó ese día aquella «bola», como dicen en Brasil, que se volvió parte de un acervo popular histórico de la nación verdeamarela.

Eso continuó así hasta el 8 de enero de 2023, cuando se produjo el intento de golpe de Estado, como lo definió el propio Lula da Silva, quien había asumido la presidencia solo siete días antes de la irrupción reaccionaria.  Entre quienes cometieron esos actos estuvo justamente Nelson Ribeiro Fonseca Júnior, quien además de hurto calificado por el robo de la pelota fue declarado culpable de los delitos de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, deterioro del patrimonio público, asociación armada para delinquir y daño calificado, en una sentencia que fue dictada por los cinco miembros de la Sala Primera del Supremo Tribunal Federal tras un juicio virtual que concluyó este lunes. El condenado forma parte de los alrededor de 500 acusados que han sido condenados a penas que varían entre 13 y 17 años por los actos cometidos aquel día, luego de que cerca de 2 mil seguidores de Bolsonaro fueran detenidos por la intentona golpista.

La pelota, que estuvo desaparecida durante 20 días, ya fue recuperada. Pero su firma dejó envuelto en el asunto a Neymar, quien le comunicó al medio g1 que no haría comentarios sobre lo acontecido. El astro brasileño sí había expresado su apoyo a Bolsonaro en varias oportunidades antes de este episodio. Una recordada, rumbo a las elecciones 2022, fue un video de Tik Tok en el que se filmó alentando a votar por el candidato mientras cantaba el jingle de campaña asociado a su lista; el militar brasileño lo compartió en su cuenta de Twitter etiquetando al futbolista y agradeciéndole. El entonces compañero de Messi en el PSG, ya camino a la segunda vuelta electoral, optó por un apoyo todavía más explícito y que suponía poner aún más el cuerpo en favor de su líder político: participó de la transmisión ómnibus de 22 horas que el entonces presidente brasileño hizo en vivo por redes sociales unos días antes de la jornada de elecciones. «Sería todo maravilloso: Bolsonaro reelecto, Brasil campeón y todo el mundo feliz», dijo la estrella del fútbol durante el streaming. Ninguno de los dos sueños del jugador se hicieron realidad: Lula volvió a la presidencia y Argentina se consagró en Qatar.

Neymar junto a Bolsonaro (Imagen: Redes sociales)

La posición de Neymar contrasta con otra postura, sostenida en ese mismo momento por un futbolista de menor renombre pero que está brillando por estos días en el Mundial de Clubes. Se trata de Paulinho, quien el sábado pasado fue el goleador que le dio la clasificación a Palmeiras a los cuartos de final del torneo jugado en Estados Unidos, instancia por la que este viernes su equipo se medirá ante el Chelsea.

El delantero del conjunto paulista, que es ocho años más chico que Neymar y no había cumplido aún los tres cuando Lula asumió su primer mandato presidencial, creció bajo el amparo de sus gobiernos y, quizás por ello, quiso defenderlo y apoyarlo en su intento de reelección en 2022. «¡Amor a la patria un carajo! AMOR AL PUEBLO. Si no es en nombre del pueblo, no es en nombre de la patria. ¡LULA en la primera vuelta! Fuera Bozo (por Bolsonaro)», publicó Paulinho un día antes de aquellas elecciones. Otra de sus expresiones en favor del candidato del Partido dos Trabalhadores (PT) le valió un cruce en redes sociales con quien había sido compañero suyo durante los Juegos Olímpicos de Tokio en los que Brasil conquistó su segunda medalla dorada. El atacante contaba que faltaban 13 días para las elecciones (haciendo un juego con el número electoral asignado al PT) y su colega, el volante Reinier, le contestó con el emoji de una carita vomitando. Paulinho, entonces, tomó prestadas las palabras de un exfutbolista brasileño, Juninho Pernambucano, quien unos años antes había dicho en una entrevista con El País: «Me enojo cuando veo a jugadores y exjugadores de derecha. Venimos de abajo, nos criamos con las masas. ¿Cómo podemos estar del otro lado? ¿Vas a apoyar a Bolsonaro, hermano?». La disputa ideológica –a la que solo Paulinho nutrió con argumentos– se quedó allí.

Tal vez Lula, que este jueves visitó a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y que es conocido hincha del Corinthians, recuerde con cariño la defensa de Paulinho, quien se lució aquella vez a pesar de estar acostumbrado a brillar en ofensiva, y le mande los mejores deseos al Palmeiras en su desafío de este viernes, que también tendrá de protagonista a una pelota de fútbol, como aquella que inició la narración de esta historia.

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