Luis “Toto” Caputo, en su intento por evitar otra corrida, tiró de un recurso clásico pero llevado al extremo: bajar a cero las retenciones para que los exportadores de granos liquiden rápido. El movimiento fue tan urgente como costoso. En apenas tres días -y tras el pedido del «otro ministro de economía argentino Scott Bessent «, aparecieron sorpresivamente los US$ 7.000 millones que el Gobierno necesitaba para calmar al dólar tras haber quemado US$ 1.100 millones en reservas.
Listo. El plan «Retenciones Cero» duró pocas horas y los productores se quedaron mirando entre ellos ¿quién logró entrar? se preguntaron.
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La maniobra tuvo efectos inmediatos: bajó la presión cambiaria y el mercado respiró. Pero el precio de esa calma fue altísimo.
Según cálculos de distintos observatorios, el Estado resignó entre US$ 1.100 y US$ 1.500 millones en recaudación fiscal. Todo para obtener dólares que de todos modos iban a liquidarse en los próximos meses. Una bicicleta de corto plazo con una tasa implícita usuraria.
La cinco grandes vaciaron el pozo millonario
Los grandes ganadores fueron las cerealeras multinacionales. Entre las que más liquidaron figuran la china Cofco (19%), Bunge (17%), Louis Dreyfus (17%), Viterra (14%), Cargill (11%), y, como excepción local, Aceitera General Deheza y Molinos Agro. En el reparto del beneficio, la china Cofco sobresalió porque exportó más soja en poroto, el producto que tenía la mayor rebaja impositiva.
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El negocio fue redondo: declararon exportaciones por granos que en muchos casos aún no poseen, con la posibilidad de conseguirlos a futuro con descuentos y pagándolos a productores a un precio que nunca reflejó la quita del 26% en retenciones. Mientras Chicago cotizaba a US$ 374 la tonelada, en el mercado local el precio apenas se movió de US$ 360 y en pocos días retrocedió a US$ 350.
El malestar del campo
El enojo de los productores no tardó: “Nos estafaron”, fue la reacción predominante en el interior bonaerense y santiagueño, donde advierten que el beneficio quedó en manos de “las cinco hermanas” del comercio global de granos. Incluso la Sociedad Rural, a través de Nicolás Pino, se quejó por la captura del margen extraordinario que otorgó el decreto exprés.
Sebastián Campo, productor agropecuario de Pergamino, y secretario de la agrupación Bases Federadas, expresó su malestar en un video que circula por las redes sociales y que publicó Bichos de Campo. A bordo de su tractor, en plena siembra de maíz en el corazón de la zona núcleo, el agricultor reflexiona: “Acá estamos sembrando maíz, apostando una vez más como miles y miles de productores a lo largo y ancho del país. Laburando diez, doce, quince, dieciséis horas diarias, no importa, porque los productores somos así, ¿saben para qué? Para enterarnos de esta semana, de una semana histórica donde vivimos una jugada preparada hermosa, que protagonizaron el Toto Caputo, el presidente Milei, todo su equipo, y ocho exportadores, que hicieron una jugada magistral”.
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Carlos Castagnani, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), aseguró: “Es importante remarcar que el grueso de los productores no accedió de manera directa a la rebaja de retenciones que se implementó para lograrlo. Esta situación genera un claro desbalance, ya que el esfuerzo y el compromiso de quienes producen día a día siguen siendo el verdadero motor que sostiene la economía nacional y el beneficio fue para unos pocos”.
El capítulo internacional sumó condimento: desde Estados Unidos, el lobby de los productores de soja presionó contra la medida al considerar que Argentina, subsidiada por la baja de retenciones, vendía barato a China. El propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, escribió en X que trabajaba para “terminar con este tax holiday”. Horas después, en un horario insólito, la ex AFIP anunció el regreso de las retenciones.
Caputo logró lo que quería: comprar tiempo y evitar un abismo financiero en la previa electoral. Pero lo hizo a costa de agravar la sequía de dólares que vendrá después. Como señaló un economista del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), fue como acudir al usurero del barrio: los dólares llegaron, sí, pero carísimos y por poco tiempo.