La economía argentina entró en un proceso de estabilización, con un resultado fiscal que todos los meses es positivo, un Banco Central (BCRA) que está en proceso de capitalización, y una deuda pública que va rumbo a una reestructuración voluntaria, para postergar en el tiempo los pagos de capital, y bajar la tasa de interés de mercado.
En la medida que se cumplan estos objetivos, la capitalización del BCRA nos dejará como consecuencia una baja en la tasa de inflación, y por carácter transitivo una disminución en la tasa de interés. Esto también traería como correlato, una apreciación del peso, ya que un mayor stock de reservas líquidas, versus una base monetaria que se mantendría constante, nos llevará a un valor de dólar de equilibrio más bajo.
Esto habrá que maridarlo, con el impacto que causaría en las exportaciones e importaciones de la Argentina. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los costos se adecuan a los precios de los productos, y no viceversa, con lo cual hay chances, que vía mayor inversión, tecnología e innovación, Argentina no pierda competitividad en los mercados.
Escenario fiscal desafiante, pero un contexto internacional que puede ayudar
En el mientras tanto, reperfilar voluntariamente la deuda pública, obligará a canjear bonos de corto plazo, por nuevos bonos a largo plazo, las nuevas propuestas que se realizarán al mercado tendrán que ser con un cupón de renta bien alto, por ejemplo, el AL29 paga una renta del 1% anual, producto de la reestructuración compulsiva que realizo Martín Guzmán, en este caso será un canje voluntario y atado a las necesidades del mercado.
Esto implica a un bono que tendría un cupón muy alto, especulamos que se ubicaría en torno del 9% anual. Esto obligaría a que la cuenta intereses se engrosaría, y automáticamente la tesorería tendría que incurrir en un mayor esfuerzo fiscal.
El acuerdo con el FMI dicta que para el año 2025 el superávit fiscal primario sería del 1,6% del PBI, mientras que para el año 2026 se ubicaría en el 2,2% del PBI, y en el año 2027 en el 2,5% del PBI. Este mayor esfuerzo fiscal, nos pone un límite para la baja futura de impuestos, que podría sobrevenir en caso de que aumente la inversión, crezca la base imponible de pago de impuestos y permita una baja de tributos.
Los dos tributos que están más cerca de desaparecer son los derechos de exportación y el Impuesto al Cheque, entre ambos se recauda el equivalente al 2,6% del PBI, por lo tanto, de aquí al año 2027 hay que hacer un esfuerzo fiscal equivalente al 3,5% del PBI, para cumplir todas estas expectativas.
En resumen, la Argentina tiene un escenario fiscal desafiante, ya que tendrá que trabajar fuertemente en mostrarse solvente presupuestariamente, logrando una reestructuración de deuda de corto plazo a largo plazo exitosa, con alargamiento en el pago del capital, y tratando de reducir intereses.
El contexto internacional nos sonríe, ya que la tasa de corto plazo en Estado Unidos podría comenzar un camino de bajas pronunciadas, comenzando en septiembre del año 2025 y culminando a mediados del año 2026, con una tasa de corto plazo que iría del rango 4,25% / 4,5% anual, al rango de 3,0% / 3,25% anual. Esto dispararía una mejora en los mercados emergentes, y veremos si Argentina puede aprovechar este mejor contexto financiero mundial.
Respecto al precio de las materias primas que exportamos, resulta probable que tengamos un rebote en las cotizaciones de la soja, trigo y maíz, ante una baja de tasas que active el movimiento financiero de fondos especulativos en este mercado.
Sería vital que ello ocurra, porque morigeraría el resultado negativo que hoy tenemos en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Por otro lado, la devaluación del dólar en el mundo, hace que nuestro tipo de cambio sea más competitivo, sin que se dé una devaluación en el ambo doméstico.
Camino a un nuevo peso fuerte: qué tener en cuenta sobre tasas, acciones y bonos
Consideramos que, a corto plazo, el peso seguirá un camino de apreciación, con un objetivo debajo de los $1.300, volviendo a los niveles previos a la suba post desarme de las LEFI.
Con la suba de encajes en los bancos, las tasas de interés en pesos quedaron un escalón más arriba que en la previa del desarme de las LEFI, por ende, todos los caminos nos conducen a vender dólares, y colocar los pesos a tasa de interés.
Las acciones mostraron balances no tan felices, pero toda baja será oportunidad de compra, mientras vamos rumbo a las definiciones electorales de octubre, con un oficialismo con alianzas muy interesantes en muchas provincias argentinas.
El miércoles conoceremos la inflación del mes de julio, y tal vez tengamos una suba a niveles del 2,0%, según lo visto en Capital Federal, en donde la inflación reflejó una suba del 2,5%, pero está muy afectada por el rubro servicios. La inflación nacional ponedera el sector servicios con menor peso que Capital Federal, por ende, esperamos una inflación menor a la observada en dicho distrito.
Los depósitos en dólares sigue creciendo, la tasa de retorno de los bonos soberanos en dólares está muy atractiva, y el día 13 de agosto tendremos la nueva licitación de letras en pesos, que, de ser un éxito, traerá más tranquilidad al mercado, y será más interesante como se proyectan los próximos vencimientos, que la tasa a la que se coloquen las nuevas letras y bonos.